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Geografía
PAÍSES
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte - 11ª parte
n pintura, la iluminación de manuscritos, realizada en los monasterios, constituye la primera manifestación de la pintura británica. El Evangeliario de Durrow, del s. VII, es el más antiguo de los que conocemos. Durante toda la Edad Media continuaron desarrollándose; entre otros, aparecieron el Evangelio de Cutbert, Evangelio de Canterbury, el Libro de horas de Sarum, el Salterio de Lutrell, etc. En está época también se desarrolló la pintura mural, que tenía una clara finalidad didáctica (catedral de Canterbury), y paulatinamente fue evolucionando hacia formas cortesanas (Windsor y Westminster). Las figuras aparecían expresadas en una pauta lineal que hacía resaltar los pliegues de los vestidos, la postura y los gestos.
La pintura del s. XIV estuvo dominada por la escuela de East Anglia, muy influenciada por franceses y belgas (Díptico Wilton). En el s. XV se afirma la influencia flamenca (frescos de los Milagros de la Virgen en la capilla de Eton, obra de W. Baker). La ruptura con Roma impidió continuar tratando los temas religiosos o mitológicos, reduciendo la pintura al retrato. Los ss. XVI y XVII están dominados por pintores extranjeros: el alemán Holbein que tuvo una gran influencia en los pintores de la época, sobre todo en Hilliard y en Isaac Oliver; y los flamencos Rubens y van Dyck. William Hogart, a principios del s. XVII, fue el pintor que logró destacar frente al dominio de los extranjeros; su obra consiste en una serie de estudios de costumbres contemporáneas con un cierto sentido caricaturista. Richard Wilson y Tomas Gainsboroug fueron, en el s. XVIII, los iniciadores de la pintura de paisaje, que tanta importancia adquiriría en la pintura inglesa.A comienzos del s. XIX destacó William Blake; su obra constituyó un alegato contra el naturalismo y el racionalismo. Tanto en pintura como en grabados trató temas biblícos (El descanso de la Sagrada Familia durante la huida a Egipto). Por otra parte, continuó desarrollándose la pintura paisajística con John Crome, John Cetman, John Constable (1776-1838) y Joseph Turner (1775-1851). A diferencia de los románticos franceses, Constable y Turner no se sintieron atraídos por los temas políticos. El tratamiento de la luz y del color los alejó del neoclasicimo y los hizo triunfar en Francia, donde fueron un claro precedente de los impresionistas: Carreta de heno de Constable y Lluvia, niebla, velocidad de Turner constituyen, entre otras, algunas de las obras maestras de este momento. En la pintura de historia destacaron Scott, Leigthon, Wats y Lavery. Los prerrafaelistas constituyeron un grupo de pintores de finales del s. XIX que crearon obras románticas y naturalistas y criticaron la pintura que se había hecho en Europa desde la época de Rafael; sus miembros más destacados fueron W. Hunt, Millais, Hugues y Burne-Jones.
A principios del s. XX, el impresionismo, que había triunfado en el continente, influyó en la pintura británica a través de las obras de Steer y Sickert. Llegaron también el fauvismo y el cubismo, que se propagaron a través de los pintores del London Group (1913). Los representantes de la vanguardia inglesa fueron Grant, Smith y Lewis, este último creador del vorticismo. Tras la Primera Guerra Mundial se consolidaron el surrealismo (Nash, Sutherland) y la abstracción (Nicholson, Vezelay). En los años sesenta Hamilton y Kitaj son los máximos representantes del pop-art, movimiento que propone un interés por la realidad cotidiana. Paralelamente, otros artistas siguen cultivando la abstracción bajo influencia estadounidense (Smith, Deny, Kinder, Riley, Charlton, etc.). El rigor formal y el trabajo del color fueron los rasgos comunes de estos pintores. Posteriormente, aparecen el Land-art (Long y Fulton) o el arte conceptual practicado por los miembros del Art and Language (Atkinson, Baldwin, Hurell, Bainbridge).En escultura, algunos restos escultóricos romanos y las cruces de Rutwell y Bewcastle (s. VII) constituyen las primeras manifestaciones de la escultura británica. Posteriormente, bajo dominio danés, se desarrolló el trabajo de los metales y del marfil, que quedó interrumpido con la llegada de los normandos, que impusieron una escultura supeditada a la arquitectura. Los conjuntos ornamentales de la catedral de Bristol constituyen un excelente ejemplo de la escultura románica. Durante la época gótica, la mayor parte de las esculturas continuaron empleándose como complemento de la arquitectura y con una función claramente didáctica. Destacan los conjuntos escultóricos de las fachadas de las catedrales de Lincoln, Exter y Wells, esta última considerada la obra más importante de la escultura gótica inglesa. En este momento aparecieron dos tipos de capiteles: uno decorado con hojas de acanto e hileras de perlas y, otro con animales fantásticos (Canterbury y reading). Asimismo, hay que resaltar la sillería (Winchester) y las estatuas funerarias (Enrique III y Leonor de Castilla en Westminster).
A finales del s. XIV e inicios del XV se desarrolló el trabajo del alabastro y del cobre, y en el s. XVI continuó la talla de la madera y la escultura funeraria. En el s. XVII aparecen escultores importantes: M. Colte, J. de Critz y N. Stone que realizaron diversos panteones, Caius Gibber, influenciado por Miguel Angel, etc. A principios del s. XVIII Griling Gibbons destacó en el trabajo de la madera. También sobresalió John Flaxman que intentó escapar al ideal clásico imperante en aquella época. La escultura no alcanzó un cierto auge hasta el s. XX en que, a partir de la gran personalidad de Henry Moore, se desarrolló una escuela caracterizada por la visión antropomórfica del mundo, de la que formaron parte B. Hepwworth, K. Armitage y L. Chadwick. More está considerado como uno de los grandes genios de la plástica contemporánea. Trabajaba la figura como si se tratase de arquitectura, dándole un aspecto monumental. El grupo familiar, la maternidad, el guerrero herido, etc. son los temas más característicos de su obra. A. Caro y P. King realizan una escultura abstracta en la que el hierro adquiere un gran protagonismo. En el movimiento op-art destaca la obra de Paolozzi. Las últimas generaciones de escultores están formadas por T. Gragg, B. Wodrow, E. Allington, D. Mack, etc.